Por Marcelo Lordi – Director de Consultoría y Transformación en Exisoft
El mito de que presupuesto y liderazgo alcanzan
En el imaginario corporativo hay una idea instalada: si una empresa invierte lo suficiente y cuenta con un sponsor en la alta dirección, la transformación digital está garantizada.
La experiencia no siempre demuestra esto. Los proyectos que más suelen fracasar no son los que carecen de recursos, sino aquellos que, teniendo presupuesto y liderazgo, no logran generar un impacto real en la organización.
¿Por qué ocurre? Porque la transformación digital no depende solo de dinero ni de jerarquía. Depende de algo mucho más complejo: la forma en que las organizaciones piensan, deciden y se alinean.
1. La falsa alineación que se rompe en la ejecución
En los kick-off todo parece perfecto: los comités directivos aprueban una estrategia sólida y todos los equipos aplauden la presentación.
El problema aparece cuando empieza la ejecución: cada área interpreta la transformación desde su propio interés.
Lo que debería ser un cambio integral se convierte en un mosaico de iniciativas aisladas.
Sin mecanismos de alineación permanentes —objetivos compartidos, métricas transversales, rituales de coordinación— la estrategia se diluye y termina generando resultados parciales.
2. Las decisiones políticas que pesan más que la estrategia
En proyectos de alto presupuesto, las decisiones rara vez son puramente técnicas.
La política interna funciona como un sistema operativo oculto que condiciona todo:
Se eligen plataformas por alianzas históricas, no por criterios de valor.
Se priorizan iniciativas que “lucen bien” en los reportes, más que las que transforman procesos críticos.
Se evitan debates incómodos que podrían cuestionar estructuras de poder.
El resultado es una estrategia distorsionada, en la que el dinero está pero el rumbo se define más por equilibrios internos que por objetivos de negocio.
3. La voz ausente de la capa operativa
La transformación digital no ocurre en las salas de directorio.
Ocurre en el día a día de quienes usan los sistemas, atienden clientes y generan datos.
Cuando esas voces quedan fuera de la mesa de decisión, el proyecto nace con un sesgo estructural: se diseñan procesos desde arriba que no encajan con la realidad operativa.
De ahí surge la famosa “resistencia al cambio”, que no es otra cosa que la resistencia a soluciones impuestas sin escucha ni adaptación.
4. La visión fragmentada: iniciativas dispersas sin impacto real
Modernizar un sistema, digitalizar un proceso o integrar aplicaciones son pasos necesarios.
Pero cuando cada iniciativa se aborda de manera aislada, lo urgente desplaza a lo importante.
La organización queda atrapada en un estado de transformación perpetua: muchos proyectos en marcha, grandes esfuerzos, pero sin una visión que los unifique.
En vez de impacto, lo que se obtiene es un work in progress eterno.
Transformar poder, no solo procesos
El verdadero desafío de la transformación digital no es ejecutar un presupuesto ni mostrar liderazgo en un organigrama.
Es transformar la manera en que la organización se alinea, decide y distribuye poder.
Porque el éxito no se mide por cuánto se invierte, sino por cuánto se logra integrar tecnología, cultura y negocio en una visión compartida.
En Exisoft, el foco está en el impacto real
En Exisoft acompañamos a grandes empresas de LATAM a atravesar este desafío.
Nuestro enfoque combina consultoría estratégica y ejecución tecnológica para anticipar los errores más frecuentes y diseñar estrategias que generen resultados medibles en la operación y en la cultura.
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